El Gramófono.

Horacio con cansancio y dolor en su rostro decidido esperar un rato, a ver si la estúpida mañana decidía mejorar.
Miraba por la ventana pero no había señales de que el clima mejoraría siquiera un poco,
y esto no sólo su vista se lo podía confirmar, sus rodillas lo querían matar.
Aburrido, empezó a desempaquetar las cajas que ocupaban toda la sala de espera.

Toscamente sacaba cosas sin prestarles mucha atención.En una de sus brusquedades logró lo inevitable,
obtuvo un corte de papel por un libro de: